RUTA POR CASTILLOS DE ALBACETE
El primer recorrido está guiado por el río Júcar y discurre por tierras de enorme belleza en las que encontramos los castillos
de Alcalá del Júcar y Carcelén. La segunda ruta, por los castillos de la frontera levantina, dirige al viajero por el denominado
“Corredor de Almansa” para mostrarle los históricos castillos de Chinchilla de Montearagón, Almansa y Caudete.
En el tercer y último recorrido por la provincia de Albacete, el itinerario transcurre por localidades que sorprenden por su
belleza y evocación medieval como es el caso de Letur, Ayna y Yeste. Una ruta donde el viajero podrá descubrir la que fuese
frontera de Castilla con los vecinos reinos de Murcia y Granada durante su visita a los castillos de Yeste y Nerpio.
Bienvenidos a la Ruta de los Castillos de Albacete.
El Castillo de Alcalá del Júcar y su historia.
El primero de los recorridos propuestos en la Ruta de los Castillos por la provincia de Albacete, viene guiado por el río Júcar.
Una frontera natural entre los reinos medievales, que en la actualidad se ha convertido en protagonista indiscutible de un
itinerario por tierras de enorme belleza, moteadas de castillos como el de Alcalá del Júcar y Carcelén.
De este modo, la ruta parte desde Alcalá del Júcar, localidad declarada Conjunto Histórico Artístico, cuyo castillo fue
construido en época árabe. Cuando Alfonso VIII conquista la zona del Júcar hacia el año 1213, pasa a manos cristianas.
El Castillo de Alcalá del Júcar es un conjunto impresionante por su excelente situación dominante en la peña de la Hoz del
Júcar. Está constituido por un torreón pentagonal y dos torrecillas de planta circular en los ángulos rectos, con tres alturas en
su interior. En el exterior, aún mantiene restos de la primitiva muralla. Al igual que todos los castillos y tierras de la zona, fue
asentamiento íbero, romano, árabe y cristiano.
Muy cerca de Alcalá del Júcar, en una de las paredes verticales de la Hoz, se encuentra la Cueva de Garadén, fortificada por
los árabes y célebre por su función de vigía en el Camino Real. Alcalá del Júcar fue antiguamente aduana Real de Castilla a
Levante.
Leyenda de la princesa Zulema.
Coronando el pueblo, el Castillo de Alcalá del Júcar fue testigo de la belleza de la princesa Zulema, de la que existen dos
leyendas. En la primera, Zulema es una princesa cristiana pretendida por el moro Garadén, quien la retiene en el castillo con
el fin de hacerle renunciar a su fe y desposarla. Para escapar a su destino, Zulema se suicida arrojándose al vacío al grito de
“¡cristiana yo, o a la tumba fría!”.
Otra versión de la leyenda, habla de los amores prohibidos de Zulema, esta vez musulmana, con un caballero cristiano. Para
escapar de la ira de su padre, el moro Garadén, huyen y se establecen en el actual emplazamiento de la cercana aldea llamada
Zulema.
Castillo de Carcelén.
El Castillo de Carcelén, o de Conde de Casal, se encuentra en el interior del pueblo y en la actualidad es una biblioteca. Data
del siglo XIV y fue reformado en el siglo XV.
La parte principal la constituye la torre del homenaje. Un núcleo central casi cuadrado con torres redondas en los ángulos,
que conserva las almenas y la antigua entrada. Esta parte del castillo mantiene su estructura militar, mientras que el resto de
la fortaleza tiene un carácter residencial.
En la actualidad, se conserva el frente oeste en toda su altura, con las almenas y la torre redonda del ángulo, así como el
patio, el cual es una plaza, y los lados norte y este.
La historia del castillo está ligada a la de Carcelén. A pesar de que fue aldea de Almansa tras la conquista cristiana, al crearse
el concejo de Jorquera en 1266, Alfonso X integró ambas en el obispado de Cartagena.
Don Manuel aprovechó la guerra civil y la crisis sucesoria para incluir Jorquera, Ves, Chinchilla, Almansa y Carcelén en su
señorío alicantino. Su hijo don Juan Manuel cedió Carcelén a su hijo bastardo don Sancho Manuel. Jorquera aprovechó los
enfrentamientos de los Trastámara en la guerra civil castellana de la segunda mitad del siglo XIV para recuperar Carcelén.
Tras años de intentos y pleitos, el 9 de abril de 1398, la última sucesora de don Sancho Manuel, su hija doña Constanza,
consiguió un mandato real para que le devolvieran la villa.
El concejo de Jorquera tuvo que obedecer las órdenes de su señor, don Alfonso de Aragón, propietario del Marquesado de
Villena, y devolvió a Carcelén sus derechos territoriales y jurisdiccionales.
Por los castillos de la frontera levantina.
El segundo recorrido por los Castillos de la provincia de Albacete, comienza en Chinchilla de Montearagón, dirección
Caudete, con parada en Almansa, dirigiendo al visitante por el llamado “Corredor de Almansa”, zona de posición estratégica
entre Castilla y Levante. Un marco espacial de transición entre la Meseta y el Mediterráneo, donde el viajero podrá descubrir,
importantes castillos, legendarias batallas que cambiaron el curso de la historia, así como destacados vestigios arqueológicos.
El Castillo de Chinchilla de Montearagón, conocido como Castillo del Marqués, está situado en lo más alto del cerro que
domina la población. Se trata de uno de los ejemplos más significativos de las fortalezas de C-LM y uno de los más
llamativos de la provincia de Albacete.
Esta fortificación, acentúa su fiereza por el enorme foso tallado en la roca que le rodea, teniendo en cuenta que su anchura es
de diez metros y su profundidad de seis.
El castillo está construido en piedra, empleándose mampostería en los muros y sillar en las zonas más representativas. Su
recinto, es de forma más o menos hexagonal irregular, con trece torreones o cubos de planta semicircular.
El acceso a la fortaleza se realiza por el Oeste, a través de un puente originariamente levadizo que da paso a la puerta
actualmente constituida por un arco de medio punto, producto de la última restauración y que está flanqueada por dos
torreones. En el momento actual, su espacio interior está abierto y vacío. En sus inmediaciones, se han encontrado vestigios
arqueológicos de todas las culturas que han habitado en la Península: íberos, romanos y visigodos, entre otros, sin olvidar que
los árabes también habitaron estas tierras, conocidas con el nombre de Ghen ghalet en algunas crónicas.
El Castillo fue una cárcel durante casi tres siglos y albergó a históricos personajes como César Borgia.
Chinchilla de Montearagón es una de las ciudades más antiguas de la provincia. Una joya medieval prácticamente intacta,
que conserva el ambiente medieval en sus calles cuajadas de casonas con escudos heráldicos y restos de la muralla que la
cercó por completo en el siglo XV.
Durante los siglos XII y XIII, Chinchilla de Montearagón fue disputada y poseída alternativamente por los reinos de Aragón
y Castilla.
A mediados del siglo XV el castillo fue restaurado por el Marqués de Villena, don Juan Pacheco. Durante casi tres siglos, la
fortaleza fue usada como prisión, motivo por el cual presenta su actual forma. Aquella cárcel, albergó a históricos personajes,
destacando entre sus reclusos a César Borgia, a finales del siglo XV, al que se le atribuyó el asesinato de su hermano, el
Duque de Gandía, quien intentó escaparse de él arrojando al alcaide, fallidamente, al foso.
Además, sirvió de cuartel para las tropas napoleónicas durante las guerras de Sucesión e Independencia. Concretamente, en el
siglo XVIII, durante la Guerra de Sucesión al trono de España, en los preliminares de la Batalla de Almansa, el Castillo de
Chinchilla fue ocupado por el marqués de las Minas y por el duque de Berwick. En la Guerra de la Independencia el general
francés Drouet intentó su conquista.
A lo largo del siglo XIX, el castillo inicia un lento deterioro, si bien durante las guerras Carlistas debió recuperar algún
protagonismo. En el primer cuarto del siglo XX, se construyó en su interior un penal conocido por la dureza de sus
instalaciones, el cual estuvo en uso durante la Guerra Civil. Esta cárcel, se abandonó en el año 1950 y se demolió en los años
setenta.
A lo largo de todo este tiempo, el castillo ha sufrido diversas reparaciones que han ido cambiando su aspecto primitivo.
Restauración del Castillo.
Castilla-La Mancha ha recuperado recientemente para su patrimonio cultural el Castillo de Chinchilla de Montearagón, tras
las obras de restauración y consolidación llevadas a cabo en esta fortaleza entre los años 2008 y 2010.
Una realidad que ha sido posible gracias al esfuerzo realizado por el Ayuntamiento de la localidad, con el apoyo del Gobierno
regional y el Ministerio de Cultura, contando para ello con un presupuesto cercano a los 2,2 millones de euros.
Una vez finalizadas las obras del castillo, se ha logrado recuperar el foso original, restaurar los muros del castillo, sacar a la
luz los aljibes que proveían de agua a sus moradores, durante las excavaciones realizadas en el foso y en el interior del
castillo, así como reconstruir la puerta de barrera que da al cerro de San Cristóbal y su antiguo puente elevadizo.
Concretamente, de los 14 metros de altura con los que cuenta la pila que existía debajo de esta puerta, finalmente se han
tenido que construir nuevos unos nueve. Aunque normalmente en las restauraciones no se suele reconstruir, sino conservar lo
que aparece, en esta ocasión se decidió hacerlo teniendo en cuenta que conocían exactamente cómo era esta puerta, así como
el puente levadizo.
Además, durante la realización de estas obras, se han reconstruido parte de las almenas por motivos de seguridad,
recuperándose también el denominado paso de ronda por el que paseaban los soldados para vigilar la fortaleza.
En todas las excavaciones que se han realizado, se han descubierto importantes restos arqueológicos, entre los que destacan
cañones de la guerra de Independencia y de las guerras Carlistas, similares a los que se descubrieron anteriormente y que
podemos ver en la Plaza del Ayuntamiento, así como munición y monedas. Todos ellos, se encuentran actualmente en el
Museo Arqueológico Provincial para su restauración.
Castillo de Almansa.
En 1248, en el salón de Consejos de la fortaleza, el rey Jaime I de Aragón y el infante de Castilla don Alfonso, declararon a
Almansa como límite concreto entre Murcia y Valencia. Considerada puerta entre los reinos de Valencia y Castilla, su función
de frontera marcaría siempre la historia de Almansa, siendo disputada en numerosas ocasiones por uno y otro reino.
El 25 de abril de 1707, Almansa se convierte en el escenario de una de las batallas más decisivas de la Guerra de Sucesión
Española, con importante repercusiones en toda Europa.
El Castillo de Almansa, uno de los mejores conservados de la provincia de Albacete, se alza sobre el cerro rocoso que domina
la población.
En el siglo XIV, sobre fortificaciones anteriores, don Juan Manuel levantó este castillo, de estilo gótico. En la actualidad, la
entrada a esta fortaleza se realiza a través de la Oficina de Turismo que se encuentra a sus pies.
Está formado por dos recintos escalonados, ambos defendidos por torres semicirculares y lienzos almenados.
El recinto inferior del castillo posee dos puertas de acceso; del lado Este, por la que se accedía con carros y carruajes, y la
puerta del lado Oeste, por la que se entraba a pie y a caballo, siendo ésta la que actualmente se utiliza.
Desde el patio, se llega al segundo recinto, en el centro del cual se alza la majestuosa torre del homenaje. Es de planta
cuadrada, con mampostería y sillería. De los dos pisos que tenía, hoy se conserva el inferior.
Su bóveda presenta una cubierta interior de crucería gótica con nervios de piedra y elementos de ladrillo, en cuya clave
aparecen las armas de don Juan Pacheco, Marqués de Villena. En la zona superior de la torre, se encuentra una terraza
almenada, a la que se accede por una escalera de caracol tallada en la roca con elementos de cantería, considerada una
auténtica maravilla dentro del gótico de la zona.
Castillo de Caudete.
El Castillo de Caudete es una antigua fortaleza musulmana levantada hacia el siglo XII, sobre otra árabe. Se erigió sobre una
pequeña zona elevada, defendida de forma natural por una rambla. Antiguo baluarte musulmán, aquí aún se evocan episodios
guerreros entre moros y cristianos.
De origen musulmán, es la primitiva construcción defensiva, con muros de tapial de factura almohade. El hecho de que
Caudete estuviera en medio de las disputas fronterizas entre Aragón y Castilla durante los siglos XIII y XV, determinó la
importancia estratégica del castillo durante todo este periodo.
En 1304, y tras la Sentencia de Torrellas, la localidad se integra en la Corona de Aragón y el Reino de Valencia, circunstancia
que definió la singularidad histórica de este municipio, ya que perteneció al Reino de Valencia hasta principios del siglo
XVIII.
En 1360, la fortaleza fue arrasada por los castellanos y la reconstrucción le proporcionó una planta poligonal, y dos torres
macizas a la entrada del recinto.
Juan II de Aragón, en 1470, integró a Caudete entre las 29 poblaciones del Reino de Valencia con voto en Cortes. La
población ostenta los títulos de Real, Muy Noble, Muy Leal y Fidelísima Villa. Su castillo, tal y como lo conocemos en la
actualidad, es una construcción de los siglos XIV y XV, que vino a reforzar la antigua construcción islámica.
En el siglo XVI, la fortaleza pierde su finalidad defensiva, lo que provocará su paulatino abandono. En 1740, se traslada al
rey la petición para su uso como cementerio de la anexa iglesia de Santa Catalina, manteniéndose así hasta 1834.
Las sucesivas fases de intervención arqueológica en el castillo han permitido recuperar restos de distintas épocas del mundo
medieval, e incluso de la época de los íberos.
Entre los siglos XIII y XVI residieron en el Castillo de Yeste los comendadores de la Orden de Santiago.
En el tercer y último recorrido por los castillos de la provincia de Albacete, el viajero podrá descubrir la que fuera frontera de
Castilla con los vecinos reinos de Murcia y Granada, en un itinerario que trascurre por las localidades de Letur, Ayna o Yeste,
caracterizadas por su belleza y evocación medieval.
Concretamente, esta ruta comienza en Yeste, cuyo castillo está considerado como el más importante de la Sierra del Segura.
Es una antigua fortaleza islámica del siglo XI que sirvió de residencia de los comendadores de la Orden de Santiago durante
los siglos XIII al XVI. En un principio, era de planta rectangular con torres del siglo XIII, a la que se le añadió un recinto
fortificado dentro del cual se encontraba la población. Presenta una torre del homenaje, un patio de armas y una zona
palaciega con una hermosa ventana gótica.
En la actualidad, se encuentra en muy buen estado de conservación, restaurado y rehabilitado, y es propiedad del
Ayuntamiento de esta localidad. En su patio de armas, se encuentra el Centro de Interpretación Medieval “Vivir la Frontera”,
un atractivo recorrido por la historia del medievo a través de sus tres salas: Sala de la Encomienda, Sala mixta: musulmana y
cristiana, y Sala de Armas.
Los antiguos calabozos albergan hoy en día el Museo Etnológico, en el que se encuentran aperos donados por los vecinos de
Yeste y se muestran las costumbres y tradiciones del pueblo.
Historia de Yeste.
Aunque los orígenes de la villa de Yeste son desconocidos, en época islámica debió de ser una pequeña población
dependiente sucesivamente de Taibilla, Socovos y Segura desde el siglo XI al XIII.
La villa de Yeste fue conquistada por las tropas castellanas en los primeros meses de 1242 y concedida aquel mismo año, por
Alfonso X El Sabio, a la Orden de Santiago, como una aldea englobada en el término de Segura de la Sierra. Años después, le
fue concedida a esta localidad el privilegio de Villazgo. Tras la conquista cristiana, en el siglo XIII, Yeste pasó a ser
Encomienda y vicaría de la Orden de Santiago, para proteger esta zona fronteriza, ya que por su posición estaba en relación
con los reinos árabes de Valencia y Andalucía.
De este modo, aquí se funden lo murciano, lo castellano y lo andaluz, como testimonio de largos años de frontera entre los
reinos de Murcia, Castilla y Granada.
Integrada hasta el siglo XIX en el reino de Murcia, su principal misión en la época bajomedieval fue la de mantener la
defensa de la frontera de Granada.
Sus habitantes participaron en multitud de hechos militares, entre los que destaca la conquista de Huéscar en el año 1434.
Yeste es punto de unión de las Sierras de Alcaraz, Segura y la Sagra, cuna de los ríos Segura, Tus, Taibilla y Zumeta. Toda la
zona fue intensamente poblada por iberos, romanos y más tarde, árabes, éstos últimos hicieron de Yeste una gran fortaleza.
En Yeste podemos visitar la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, de los siglos XV y XVI, el primer edificio de estilo
gótico construido en la comarca, así como el Convento Franciscano, del siglo XVII, y su claustro, el cual constituye una
pieza de singular belleza artística. En sus paredes cabe recordar que se encontraban escritas numerosas leyendas e
inscripciones en lenguaje popular llamados “ovillejos”.
Castillo de Taibilla.
La localidad de Nerpio se encuentra inmersa en el sistema prebético, en las Sierras de las Cabras y Taibilla. El Castillo de
Taibilla o Taibona, de origen musulmán, fue levantado sobre una roca que domina el valle. Se alza sobre una meseta rocosa
junto al río Taibilla, a 7 kilómetros de Nerpio.
Según documentación escrita, data del siglo XI, con reformas del siglo XIV. De este castillo, podemos destacar su torre del
homenaje, cuadrada y de grandes dimensiones.
Reconquistado en el año 1242 por los caballeros cristianos de la Orden de Santiago, éstos establecieron en él la recién creada
Encomienda de Taibilla.
Durante tiempo, fue la frontera de la Cristiandad con el Reino de Granada. La Fortaleza de Taibilla forma parte de una red de
controles militares que cumplen una función exclusivamente defensiva, que se completa con una red comarcal de pequeños
torreones en Yetas, Xutia, Turrilla y Vizcable. El valor estratégico y la importancia del enclave quedan de manifiesto cuando
el Papa Inocencio VII, en 1836, desde Avignòn, expide una bula instando a la defensa del Castillo de Taibilla.
Con la toma de Granada en 1492 y la consiguiente desaparición de la frontera, la zona gana en estabilidad y Taibilla pierde su
función defensiva y militar, hasta que a principios del siglo XVI se abandona su uso definitivamente.
TEXTO SACADO DE LACERCA.COM